miércoles, 10 de septiembre de 2008

El Reencuentro

Fue por el dosmil tres cuando por tí cogí afición a las cartas. Recuerdo que me avergonzaba de mi tremolante letra, que en comparación con la tuya no se prestaba a leer; tan limpia y escueta en tus líneas, tan llena de sueños pendientes de la inseguridad que te carcomía, que a fin de cuentas, parecía una utopía maravillosa de la que mejor no despertar. Me contagiabas de tal forma que alumbrabas mis noches más oscuras, abrazando la almohada como si de tí se tratase, incluso en pleno día necesitaba de tus abrazos, que solo eran míos en la irrealidad por la distancia que acongojaba, y me sentía preso de tí por un movil que nunca dejaba de reclamar la atención, pero que bien me hacía sentir alivio como la droga al drogadicto.

Tras un vacío en mi mente no recuerdo nada, solamente que te he seguido hechando de menos, como quien recuerda un tiempo pasado mejor y lo añora, porque siempre has sido una persona capacitada para crear enseñanza de aquel que está contigo, y es algo que además de hacerte interesante, aprisiona.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio